Recuerdo que alguna vez mi padre me contó una anécdota -que la verdad no se quién se la relató- de la Guerra Civil Española. Resulta que los milicos de Franco, al tomar la Universidad Complutense, entran con lujo de violencia a un aula. Rompiendo la puerta , increpan al profesor que ahí se encontraba: -¿Qué es esto?, señalando a las pilas de libros y los mapas -Inteligencia, responde el catedrático -¡MUERA LA INTELIGENCIA!, vocifera el milico mientras procede a destruir todo lo que en el aula se encontraba.
Lo traigo a cuento porque me parece que es muy lamentable ver cómo la "Fiesta del Espíritu", calificativo con el que se le conoce al Festival Cervantino internacionalmente, muere a manos de la ilegitimidad, la mezquindad, la ignorancia y el conservadurismo. La gente no está llegando a nuestra Noble Ciudad Capital, porque nadie quiere tener nada que ver con parvadas de militares, pefepos y policías locales armados hasta los dientes con armas largas, haciendo aspavientos de "operativo". Todos, hasta los más simples gerndarmitos municipales hacen gala del salvoconducto otorgado por sus ultraconservadores amos: "¡ataca, tú eres más fregón!"
Es aquí donde de manera palpable vemos la muerte de la inteligencia. Estas ridiculeces son para reír...amargamente. Y después para ponernos a reflexionar seriamente sobre el flagrante atropello a las garantías individuales y lo peligroso de la velocidad con que la ciudadanía está asimilando estos atropellos como algo "normal". Lamento que los niños de ahora no disfruten del regalo para la inteligencia que era ir durante el Cervantino al Teatro de la Escuela de Minas, de la mano de nuestros padres, los sábados por la mañana, sin siquiera imaginar el concepto "delincuente", y menos en referencia a nuestras personas.
____________________________________________
Fuente: Correo 11/10/08
Incluyen a niños de kinder en revisiones de seguridad
En la carpa instalada en "Los pastitos", los alumnos de preescolar tuvieron que pasar por el detector de metal
Por: Ruth Elizarraraz
GUANAJUATO.- La seguridad de los eventos y espectáculos infantiles desarrollados durante la edición número 36 del Festival Internacional Cervantino (FIC), también estará reforzada por los elementos de los distintos cuerpos policíacos.
En la carpa de los niños, instalada en Los Pastitos, durante la función de títeres a cargo del grupo japonés Kawasemi-za, denominada "Poema Silencioso", los pequeños espectadores de diferentes escuelas preescolares de la capital del estado, tuvieron que atravesar por un detector de metales mientras eran observados por elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE).
A TODOS REVISAN
El detector de metal instalado en la carpa de los niños forma parte de las medidas de seguridad que se intensificaron este año con motivo del FIC.Ya en el interior, las indicaciones por parte de los organizadores eran claras, al no permitir que otras personas se instalaran en los pasillos centrales de la carpa, para permitir el libre tránsito del público en caso de que se registrara algún incidente.
Entre títeres y policías
El espectáculo que tuvo una duración de 50 minutos, fue resguardado por elementos preventivos y del Sistema Municipal de Bomberos (Simub), mientras que los menores disfrutaban de las marionetas que tomaron vida en las manos de Yoshiya Yamamoto, Izumi Masumura y su hijo Hisui.
Al término de la función, mientras los padres esperaban a sus hijos en las inmediaciones de la carpa, la salida de los preescolares fue vigilada por los elementos preventivos.
■ “Están paranoicos”, “es una agresión”, “arbitrarios”, entre las quejas que se escucharon
Guanajuato.- Desde el gobierno estatal de Vicente Fox, la policía se ha convertido en actor, parte del paisaje y del paisanaje, factor de polémica, escozor y sorpresas en el Festival Internacional Cervantino. A partir de la tragedia ocurrida en la concentración pública del 15 de septiembre en Morelia, la ocasión permite ahora recrudecimiento de la presencia policiaca en la fiesta cultural cervantina. Todas las entradas a los recintos están poblados por policías. Para ingresar, sin excepción los asistentes son esculcados. Lo más nuevo y divertido ocurre en las funciones diarias en el futuro denominado Pastitos. La carpa de los niños, donde también campean las revisiones policiacas antes de entrar a disfrutar las obras de arte.
Basta ubicarse junto a los arcos detectores de metales para observar las siguientes escenas: un niño de la fila de plano levanta las manos frente al feroz policía que lo recibe; una niña logra pasar la revisión con éxito, pero celosa del deber le muestra al policía su osito de peluche que llevaba bajo el brazo y no había sido sometido al escrutinio. El policía no entiende la finísima ironía y también esculca al osito de peluche: pasa sus gruesos, oscuros dedos por el peluche, desde las axilas del osito hasta las patitas mulliditas.
El papá de dos niñas de plano se quitó el cinturón, como si estuviera en un aeropuerto; al pasar por el arco detector contiene la respiración, cierra los ojos y, alivio, no sonó la alarma, que en realidad no deja de sonar, porque los policías entran y salen, celosos de su deber, y sus armas las hacen activar continuamente.
Una niña pone ojos de susto: el policía pasa sus manazas alrededor de la mochila que la inocente carga en su espalda: una mochilita de colores rosa y azul con vivos infantiles. Un joven indignado ironiza al policía: “no vaya a traer adentro una pistola ¿verdad?”, a lo que el policía responde de inmediato: “todo puede suceder; una niña traía una navaja en la función anterior”.
Hallar algo, la consigna
La calma llega dentro de la carpa, en cuanto comienza la función del grupo japonés Kawasemi-za, con sus marionetas que despiertan la música más bella en el planeta: la risa de los niños.
Afuera sigue la revisión. Un padre de familia bautiza con sorna: “ahora sí, el gobierno ya tiene su 11-S michoacano”.
Para la presentación del espectáculo Aluminum, en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, los policías intimidaron al público al hacer una revisión exhaustiva de bolsas de mano y ropa.
Algunos hombres comentaron que después de pasar por los detectores de metales fueron manoseados por todas partes de su cuerpo y se sintieron “violados”, porque los elementos de seguridad forzozamente querían encontrar algo.
Esta situación provocó descontento entre las personas que tuvieron que hacer largas filas para entrar al espectáculo. “Nos revisan de pe a pa; están paranoicos. Esto es una agresión”, comentó un hombre.
Otras personas señalaron que el operativo de seguridad era arbitrario, porque había quienes entraban por otro lado y no les revisaban nada.
Las mujeres tuvieron mejor suerte que los varones para ingresar a la Alhóndiga: pasaban por el detector de metales y su revisión era rápida.
Debido el fuerte dispositivo de seguridad con 868 elementos de la policía ministerial, federal y Ejército, los guanajuatenses –desde que inició el Festival Internacional Cervantino– en las calles, las tiendas y en los mercados han expresado temor ante un posible atentado con bomba como el ocurrido en Morelia.