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Carta al señor Guillén

Por congruencia política, por haber tenido la oportunidad de conocer un poquito el problema que afrontan las etnias, en resistencia desde hace más de 500 años, amenazadas constantemente por un Estado totalitario que busca despojarlas hasta de lo más elemental, uniformarlas al sistema de vida occidental, apropiarse de sus recursos y su territorio.
Porque simpatizamos, sí, con todas sus letras, con el ideario de los zapatistas, pues nos parece abominable el neoliberalismo genocida y bestial ejercido por las trasnacionales contra todo individuo y nación, el cual conlleva a la pérdida de la Dignidad Humana en aras del Gran Capital.
Porque los pueblos tienen derecho a la libre autodeterminación.
Porque no se puede disentir de ningún movimiento que abogue por la libertad y la dignidad.
Por todas esas razones, no podemos aceptar las descalificaciones del señor Guillén, quien desde hace ya tiempo hace gala de incongruencia y estrellismo. Consagrado como diva, instalado en su pueril papel del "juntador y desjuntador" de la palomilla de las izquierdas mexicanas (ya que se arroga la facultad de decir quiénes sí y quiénes no somos válidos), debería mejor observar los propios errores cometidos en perjuicio del movimiento del cual es vocero.
Acepto también, con todas sus letras, que lo que más falta en los movimientos de izquierda mexicanos es la autocrítica.
Si bien nosotros presentamos una estructura vertical, y que en nuestra calidad de movimiento social se ha esperado de nosotros, la base obradorista, muestras de solidaridad y acercamiento político hacia otros movimientos, pero perdidos en nuestra inmovilidad política, en nuestra tendencia al caudillismo, sólo hemos hecho gala de un vergonzoso mutis en casos como la represión contra la APPO en Oaxaca, o las constantes incursiones paramilitares contra las comunidades indígenas chiapanecas, y todo porque al Gobierno Legítimo por cuestiones de"estrategia política" no le ha parecido conveniente hacerlo. Reconozcámoslo, como bases nos falta mucho para llamarnos sujetos políticos, seguimos esperando que la dirigencia nos diga qué hacer.
Pero también es cierto que dentro del movimiento zapatista eso del "gobierno horizontal desde abajo y a la izquierda" no pasa de ser un mero discurso. De ahí que Marcos es sólo el reflejo del grave problema de sectarismo, snobismo y falta de crítica al interior de ciertas estructuras conformadas en torno al movimiento zapatista y las cuales se conducen como una verdadera élite, y con desparpajo aceptan la extranjerización de un movimento que busca reivindicar el derecho a la libre autodeterminación de quienes han sido explotados por más de 500 años... por los ancestros de esos mismos extranjeros. Esos grupos y organizaciones resuelven toda incongruencia con engolados discursos intelectualoides y prentenden volver chipotudo lo que es parejo.
De tal suerte que hacemos completamente nuestra, la carta que al señor Guillén dirige el compañero Pomponio, quien, dicho sea de paso, es una de las plumas que más admiramos del movimiento obradorista.
Pues bien, a nosotros no nos queda más que decir que "zapatista a tus zapatos".
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Fuente: Radioamlo.blogspot.com

Ladillas

Carta al Señor Guillen
Por Pomponio


En Tampico, recordara usted, señor Guillén, para llegar al Cultural (Instituto Cultural de Tampico), se subía uno al camión marcado “Universidad”. El campus que yo conocí –hace demasiados años—, junto a los cines gemelos, es un conjunto de edificios y aulas muy bien equipadas. Hay varias canchas de fútbol y, aunque la resolana pega duro, siempre hay una palomilla jugando. ¿Se acuerda usted de aquellas cascaritas señor Guillén? Los maestros son primordialmente jesuitas aunque hay varias maestras también. Una de ellas, la Señorita Toy, era una guapísima mujer de una respetable familia china del puerto que enseñaba inglés. La muchachada la llamaba “Miss Comet”. ¿A poco no era guapa la chinita señor Guillén?
Un grupo de los compañeros que tenía en el Americano –su servidor confiesa que en su juventud fue pirrurris, ¿veeeessss?— se cambiaron al Cultural para acabar su preparatoria. Por supuesto, llegaron dominando perfectamente el inglés, poco tenían que aprenderle a Miss Comet.
Estos muchachos se vieron confrontados con un fenómeno nuevo. Verán, los jesuitas siempre han dicho “dadme a los jóvenes y forjaré hombres”. Así pues, los expusieron a la lógica tomista, a las dudas de Agustín de Hippo Regio, y a los clásicos griegos.
Mientras tanto yo, casi autodidacta, me tenía que conformar con Kipling y Gibbon, ellos se refocilaban con el siglo de oro español, Sor Juana, el Faedro, La República, García Márquez, etc. Confieso que sentía cierta envidia de esa educación jesuítica. Más de una ocasión me fui de pinta, mandé al carajos a Chaucer y a Tennyson, y me metí de mirón a oír las cátedras que impartían los sicarios del papa negro. Casi siempre después me iba al centro a las librerías a buscar un Porrúa en rústico –baratísimos—con las letras que se habían tocado en las cátedras de los jesuitas.
No se si en alguna ocasión los jesuitas estos mencionaron la llamada “teología de la liberación”. Nunca lo oí. Ya vide que hay tantos sabores de jesuitas, desde los muy liberales a los ultra fachos, como el jesuita francés que aconsejaba a los cristeros. No se como hubieran reaccionado mis ex compañeros. Después de todo, éramos todos hijos de las familias acomodadas del puerto. Posiblemente yo era el más rojo entre todos. Pero no, repito: nunca oí mención de ello.
Déjeme explicarles, señor Guillén, a nuestro auditorio, algunos menesteres sobre usted y su familia. En el mero centro de Tampico se encontraba también una tienda de muebles propiedad de la familia Guillén. Esta era una familia acomodada. Estaban en todas las tertulias del Casino Tampiqueño. Uno de los hijos de esa familia era usted, Marcos. Usted estaba uno o dos años delante de la palomilla de mis ex compañeros. Tenía cierta fama usted, señor Guillén, de argumentativo y dialéctico, cosa de esperarse en quien recibiera esa educación tan chingona.
Se rumoraba que los jesuitas siempre buscaban a los muchachos más brillantes para llenarles la cabeza de humo y convencerlos de que se hicieran curas. A uno de mis compañeros, Luis, casi lo convencieron. De usted, señor Guillen, se decía que algún día vestiría las ordenes.
Tal cosa, por supuesto, no sucedió. Usted, señor Guillén, ya hombre, tengo entendido que se enroló en la facultad de filosofía de la UNAM. Y unos años después encabezó el alzamiento en Chiapas. Yo, que crecí con las poesías de Byron, el mismo que había ido a Grecia para luchar por ella contra los turcos, entendí su inquietud. ¡Y lo aplaudí! Lástima, señor Guillén, que soy tan cobarde y fodongo que no acudí a su llamado.
Tal vez al igual que el Quijote, usted, señor Guillén, había leído demasiados libros de caballería. ¡Bendita locura de los redentores! Y que bueno que así fue, señor Guillén. Era –y es- vergonzoso que a los indígenas en Chiapas se les trate peor que los animales.
Pero no lo entiendo hoy, señor Guillen. ¿Los renegados somos intolerantes? ¿Qué tolerancia merece el fraude electoral? ¿Merecen tolerancia los soldados que violaron a la anciana indígena de Zongolica? ¿Los hijos de Marta? ¿Los spots de la CCE violando la ley? ¿Las vallas que impiden el libre tránsito? ¿Las megalimosnas para erigir un santuario a unos terroristas cristeros?
O, señor Guillén, ¿que me dice de los 5600 muertos que hubieron en el 2008? ¿Sabía usted que en ese número el 5% (casi 300), fueron niños, mujeres, y ancianos? ¿Y que 600 federales, soldados humildes como los que descabezaron, también cayeron? ¿Por qué debemos ser tolerantes con tanta muerte a lo pendejo? ¿Para legitimar a un enano? ¿Ahora tenemos que “respetar” las instituciones contra las que usted se alzó, señor Guillén? ¿Merece todo esto tolerancia? Yo creo que usted está de acuerdo en que no, no tiene perdón de Dios este régimen. Hasta usted denunció la guerra del enano como una matanza inútil.
Digna, dignísima, rabia es la de aquel que denuncia la injusticia. Entonces, ¿cuál es su pedo, señor Guillén?
Y sin embargo, usted, señor Guillén, desvirtúa nuestro movimiento. Alude que somos unos vulgares buscahueso, “las viudas de los Pinos”. Yo he conocido aquí gente muy valiosa en este movimiento. Son tal vez de lo más valiente, de lo más noble de la sangre mexicana, y aman profundamente a su patria. Los hay de todas condiciones sociales. Muchos, sí se merecen ser padres conscriptos, es decir, estar en San Lázaro y en el Senado. Es una vergüenza que ahí esten gentes como la PANtaleta, el subcomandante Arsénico, Nalgarrete, Mamboa, don Beltrone, Lavestida, el hombrecito Cricril, y el resto de los chancros que afean al Congreso. ¿Cómo puede ser que tanto hijoeputa mediocre represente al sufrido, noble, trabajador, chingón y heróico pueblo mexicano?
Señor Guillén, lo he dicho aquí en esta tribuna antes: si el PT y converguenza quieren triunfar, más les vale que busquen candidatos de dentro del movimiento, de las brigadas, pues son gente con los huevos y los ovarios bien puestos. Aparentemente a estos partidos les está cayendo el veinte de que así tiene que ser. No perderían nada pues hay muchos distritos en que ni pintan pero en los que sí hay una militancia renegada y hasta una o dos brigadas.
Sí, señor Guillén, lo digo sin rubor o vergüenza y lo repetiré muchas veces: ¡Ojalá les den hueso a esos compañeros, solo así se salvará México! Y, por cierto, señor Guillén, la única viuda de los Pinos que conozco es enana y pelona y llora a su camotito.
Y bien, usted, señor Guillén, ha mandado a gente sin entrenamiento militar y mal armados a atacar a militares profesionales. Es irónico, señor Guillén, que los soldados que murieron probablemente eran indígenas también. C’est la guerre! Como siempre a los potentados nadie los toca y son los pobres los que ponen la sangre.
Ay señor Guillen, ¡tan magnífica oportunidad que desperdició! Tenía usted armas y seguidores dispuestos a todo. Carajos, ¿qué tanta bronca hubiera sido en el 94 asaltar Los Pinos o –tal vez—Agualeguas? ¿Cree usted que alguien hubiera llorado al pelón chupacabras? ¿O usted no se quería meter con ese cabrón? Ahí era donde estaba la podredumbre, señor Guillén. No diga que no lo sabía. Y si iba hacer la guerra, ¿cuáles eran sus objetivos, señor Guillen? Si su objetivo era obtener sus quince minutos de fama y la adulación de los “monos blancos” (como les llamaban a la bola de pseudo John Reeds que se dejaron venir), pues felicidades porque lo logró.
Así pues, señor Guillén, una cosa se le tiene que reconocer a AMLO. ¿Cuántos no hubieran estado dispuestos a tomar el Palacio Nacional la noche del 3 de julio? ¡Un chingo, señor Guillén! Huevos no faltaban. Pero, sabe, a diferencia de ustedes, pos naiden tenía armas. Y además, ¿justificaba la silla derramar la sangre de mujeres, niños, y ancianos? Ya vide usted que en esos menesteres de la guerra siempre son los jodidos los que sufren. Aparentemente AMLO llego a la conclusión de que no, no lo justificaba. ¡Puta madre! ¡Si así de ambicioso es AMLO, como se le acusa, pos ¿por que chingaos no derramó sangre inocente?! Por eso AMLO se decidió por las tácticas de Gandhi, para evitar joder a los inocentes. Y además, ¿quiénes serían los que le tendrían que disparar al pueblo (y recibirían pedradas a cambio)? Pues el ejército, compuesto en su mayoría de gente humilde, que incluso había votado por AMLO (No digo nada de los hijoeputas del EMP. Esos han deshonrado su uniforme una y otra vez).
¿Y qué hizo usted para defender el petróleo, señor Guillén? Mal que bien, las adelitas forzaron los debates (a ver, atrévase a negarlo, mi cara de trapo). Y ahí en esos debates se expuso la pobreza intelectual, el entreguismo, la ilegalidad, y la mediocridad de la propuesta del enano. ¿Y qué hizo usted durante la consulta popular sobre el petróleo señor Guillén?
La muestra de los votos, 3.5 millones de una población empadronada de 60 millones es representativa de la opinión del pueblo de México. Esto se afirma con un nivel de confianza del 95%. El 80% de la población mexicana (+/- 7%) estaba en contra de la propuesta del enano. Tal era el rechazo, tan evidente, que ni don Beltrone, ni Mandero, ni los chuchos lograron aprobar la deforma energética del enano. ¡Los cabrones se arrugaron! Dígame, señor Guillén, ¿cuándo en años recientes en México una iniciativa del Ejecutivo no ha prosperado? Entonces, ¿cuál es su pedo, señor Guillén?
Bien, tal vez a usted le importa un carajo el petróleo. Que lástima, señor Guillén. Ha de saber que bajo el suelo de Chiapas se encuentra un carajal de petróleo. Dígame, señor Guillén, ¿ya se percató de los malacates de exploración de Halliburton y Repsol que andan picoteando ahí? ¿Cree usted que esos hijos de puta van a respetar la selva, la ecología, los animales, las ruinas prehispánicas, a la gente que ahí vive?
Y Chiapas, seguramente usted lo sabe, señor Guillén, tiene como el 20% del agua de México (otro 40% está en Veracruz y Tabasco). Si le importa a usted un carajo el petróleo, señor Guillen, dígame, ¿le importa el agua de Chiapas? ¿La va a defender de la Coca-Cola o es puro pájaro nalgón?
Ojalá que su respuesta a estas preguntas sea positiva, señor Guillén, y que usted recapacite y entienda que hay que defender el petróleo, la ecología, el agua, la cultura, y demás causas sagradas. Éstas, señor Guillén, son las mismas que defendemos los renegados, que defiende AMLO. ¿Y sabe por qué las defendemos y las defiende AMLO? Por que nadie mas las defiende señor Guillén. De usted no se ha sabido nada en años. De vez en cuando sale a decir una pendejada, casi siempre para favorecer al régimen. Y la mayoría de la gente, desafortunadamente, está toda apendejada frente a la taravisión, de la cual es usted ya una estrella. Si nosotros no le entramos al toro, ¿entonces quién chingaos lo hará? Vuelvo a preguntarle: ¿cuál es su pedo, señor Guillén?

Así pues, señor Guillén, nosotros estamos dispuestos a defender a México, mientras se pueda, como se puede, hasta donde se pueda. Y ya hemos tenido victorias, señor Guillén.
Y si usted no le pone bronca a la Halliburton o a Repsol o a la Coca-Cola, nosotros le haremos la lucha, a pesar de la pobreza de nuestros medios. Alguien tiene que oponérseles. No se moleste usted, señor Guillen, siga fumando su pipita y dando sus comunicados para que le aplaudan los monos blancos. Nosotros nos rascaremos con nuestras propias uñas.
Usted acusa a AMLO y al movimiento de estar “en peligro de rescatar a México”. ¡Que sus palabras sean ciertas señor Guillén! ¡Ojalá que seamos un peligro, sí, para la bola de hijos de la chingada que quieren vender a México! La nuestra es la sagrada causa de la Patria, señor Guillén, lo afirmo sin rubor y con mucho orgullo. Y sí: somos intolerantes, muy intolerantes, con los traidores por que ya estamos hasta la madre de tanto vende patria e hijo de la chingada.
No, no nos hemos puesto un pasamontañas ni nos hemos ido a la selva. Y no, no hemos derramado sangre. Carajos, ni siquiera hemos roto un vidrio. Y aquí le hacemos al Marius Pontmorency en barricadas electrónicas por que no hay de otra. Y otros compañeros y compañeras se la rifan volanteando, bloqueando, denunciando, porque tienen los tanates, la oportunidad, vergüenza, y amor a la Patria. Defender la Patria es un honor, señor Guillén.
Entonces, acabemos, ¿cuál es entonces su pinche pedo, señor Guillén? Si no va a ayudar, por lo menos no estorbe, carajos.
Publicado por Pomponio en 10:19 PM

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