Cual si fuera una metáfora de los tiempos vividos, del arduo andar de tres años de luchas sin quebranto y metas cada vez más lejanas, a las 8:30 de la mañana ya había mucha gente en el Recinto Sagrado tenochca: ante todo y contra todos, la persistencia. Con lluvia, con sol, con viento y con frío, hemos estado aquí, una y todas las veces que se nos ha convocado. Por ello a mucha honra nos hemos ganado el mote de "renegados" por parte de aquellos que le apuestan al saqueo y a la destrucción de millones de vidas humanas (mientras se desgarran las sotanas cuando una de nosotras se atreve a decir "mi cuerpo" y reclama para sí, el derecho a decidir). El enfermo poder de los oropeles, tiembla detrás de su escenario verde olivo, y honestamente no por las acciones que hayamos ejecutado, porque contundentes no han sido, sino por nuestra voluntad de persistir a pesar el linchamiento mediático, eso implica una sola palabra, la más poderosa que conoce la mente humana: convicción.
Es la hora de cambiar el ritmo. Es la hora de leer entender que somos protagonistas de este nuestro tiempo, el punto crucial en que habremos de hacer de este territorio un país o de claudicar