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Repartiendo Regeneración en Cuévano

Este domingo, tuve la oportunidad de participar con el Gobierno Legítimo de la ciudad capital en la repartición de Regeneración. En Guanajuato, la apuesta ha sido hacerlo casa por casa al menos una vez por semana. Nacida entre sierras y montañas, habiendo habitado la Cuévano de Ibargüengoitia durante dos décadas, debo reconocer que éste es un Quanaxhuato completamente nuevo para mí, intuido, sí, pero desconocido.
Probablemente de mi noble ciudad tú conozcas esto, e incluso en alguna de tus visitas, hayas sido el autor de una toma como esta:
Pero la realidad es otra. Te presento con pesar el Guanajuato más allá de la esmerada escenografía cervantina, la realidad de miles de personas. Realidad marginal negada a los ojos del gran público, pero cotidiana y lacerante para muchos, esos a quienes se pretende comprar con las limosnas de "Oportunidades" pero quienes, nos consta, en muchos casos se niegan a reducir su capacidad de decisión a esas migajas caídas de la mesa de los grandes ladrones.
Estos parajes, son nuestros, son de nuestra gente: somos nosotros. La diferencia entre quienes apostamos por un régimen político más equitativo y quienes prefieren solazarse en la cultura del "ya chingué; los demás por jodidos se lo merecen" es que hemos decidido no cerrar los ojos ante esta realidad, y en medida de lo posible, hacerla nuestra para denunciarla, y que con la denuncia y la lucha social, sobrevenga otro mundo, otra realidad más justa para todos.
Por eso, esta semana decidimos hacer la labor de reparto ahí, donde reside el verdadero Guanajuato, una más de las cientos de ciudades empobrecidas del país. Mientras repartíamos entre los vecinos y de casa en casa, compartimos cómo es que en nuestro espacio cotidiano, cada uno de nosotros puede hacer la gira del Presidente Legítimo a escala y conocer ignorados rincones, esos donde se acumulan las heridas del neoliberalismo. Bajo el ardiente sol de primavera -o como diría el bardo de Cuévano, Jesús Elizarrarás, bajo el mágico soplo de la primavera-, íbamos descubriendo casas con "muros" de lámina enchapopotada, "rejas" de alambre de púas con postes de palo, "portones" de tambor de colchón viejo, perros famélicos, niños vestidos con harapos, señoras lavando o aseando sus hogares, siempre trabajando, siempre explotadas; altares de santos, callejones terregosos, tuberías descuidadas... una sola calzada empedrada, la cual remata en la cima del cerro con un almacén de mobiliario urbano del gobierno espurio. Entendimos la razón de ser de la solitaria rampa, rodeada de veredas sin pavimentar, de casas paupérrimas sin orden ni concierto: sólo se construye en función de los intereses de la ilegitimidad, no más, no vaya a ser que por tener un poco de pavimento, estos vecinos vayan a convertirse en "privilegiados" de los cuales nos sintamos ofendidos porque les aportamos $1,500 que "no estamos para gastar". Cartolandia les llamamos los guanajuatenses a estos parajes ¿cuántas Cartolandias a lo largo y ancho del país podrían dejar de serlo? No, ni un peso, todo para los milicos, lo que necesitamos es seguir justificando la guerra de baja intensidad, eso sí es prioridad nacional... ¡y cobarde el que no se quiera exponer alegremente a una lluvia de balazos!
Pese a ello, el sol lucía esplendente. Nuestras montañas y la amabilidad de la gente al decir "gracias" con una sonrisa, al extenderles el periódico ("le regalo un periódico, para que se informe"), nos hicieron sentir hoy más que nunca, pertenencia a esta tierra, y que aún quedan muchas Alhóndigas por incendiar, pues todos merecemos una mejor condición de vida. La verdad es que mi labor como repartidora de "Pejeneración" -como yo le digo a nuestro medio informativo- ha sido poca, pero a cada paso la bolsa y mis dudas pesaban menos, y mi confianza en que algo cambiamos con esta labor, pesaba más.


No es por el natural amor sino porque lo han visto quienes comparten con ella esta actividad, que me parece digno de resaltarse el entusiasmo puesto por la Sra. Jaguara en esta encomienda del Movimiento en Defensa de la Economía Popular. Sube y baja callejones con paso de quinceañera, comenta sobre el movimiento, me enseña los rincones más íntimos de nuestra ciudad, extiende el periódico a las personas con una sonrisa. Sigue subiendo, peleando con los rejegos buzones y rendijas de las puertas que se niegan a permitir el paso a Regeneración; sorteando ladridos, cargando la bolsota llena de ejemplares, viendo el reloj ("no me gusta que me agarre el atardecer en los callejones"), recordando un Guanajuato popular que se niega a desaparecer bajo la escenografía "Vive México (tourist only)", secándose el sudor, hablando de Andrés Manuel, rememorando las jornadas frente al Senado en defensa del petróleo, indignándose con las noticias de último momento, platicando anécdotas de los compañeros de Guanajuato, del D.F. y los amigos de internet (www.radioamlo.org); compartiendo en silencio los dolores de otros más, sus conocidos, los de otras trincheras.

Sigue subiendo, puerta tras puerta, hasta que el laberinto de callejones sugiere el descenso. Llegamos entonces ante las puertas de la clase media empobrecida, más periódico, casi a punto de terminarse.
Poco a poco vamos dejando atrás este otro Guanajuato, ya sin nada por repartir. Con el calor a tope, tanto como la satisfacción del deber cumplido, terminamos agradeciendo el privilegio de pertenecer a este movimiento, pues nos ha permitido conocer nuestra ciudad desde las entrañas ¿Quién podrá preciarse de ello? ¿Quién habrá de venirnos a decir que no hicimos nada cuando nuestro país lo necesitó?. No es envanecimiento fatuo, es la sonoridad de un compromiso grave y alegre, como la inmensa hamaca bañada por el sol, esta tierra de nuestros amores. Nunca mejor dicho que ahora.

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