EMMA DÍAZ RUIZ

“Los cuatro procesos sociales que actúan en el desconocimiento de la violencia son:
tomarla como natural,
hacerla invisible,
encubrirla y
habituarnos o hacernos insensibles a ella.”
Violencia Social, Graciela Peyrú
El miércoles fue el Día Internacional en Contra de la Violencia de Género, y Fernando Gómez Mont condena a las malas mujeres, entre ellas a las que, habiendo sufrido violaciones a su cuerpo y su sexualidad, deciden tomar el control de su propia vida. Cárcel a todas, sin excepción, pero impunidad a quienes violan, torturan y embolsan a las mujeres en el norte del país. La omisión es también complicidad, sobre todo cuando hablamos de lesiones a la dignidad humana. Y sin embargo la prioridad sigue siendo la cruzada priísta (17 estados en total) para condenar a las mujeres a morir por procedimientos de aborto irregulares, situación ante la que el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en México ha expresado su procupación.
¿Cuántas mujeres fueron violadas en el estado de excepción que impuso Ulises Ruiz? ¿Qué clase de respeto a la vida humana predica el secretario de Gobernación, cuando desde las altas esferas es exculpado el gobernador oaxaqueño, aún de los casos documentados de mujeres embarazadas que fueron golpeadas durante la temporada de terrorismo de estado contra la población oaxaqueña?, ¿y la niña de trece años que sufrió violación tumultuaria el 7 de julio de 2006?, ¿o las jóvenes triquis desaparecidas, a cuyos padres Diódoro Carrasco les sugirió que fueran a toda la zona triqui a buscar a su familia y hasta les aseguró que les aplaudiría tal acción? ¿Y qué con las mujeres embarazadas que fueron asesinadas en la comunidad de Las Abejas, cuyos responsables fueron liberados por “errores” burocráticos del proceso? ¿Y qué con doña Ernestina, la anciana que murió por violación tumultuaria (recientemente llamada gastritis crónica) por parte de militares (los favoritos de este régimen)? ¿O de los casos menos conocidos, como el de la periodista Carmen Santiago, quien encontrándose en coma, “se le escapó” al Issste de Guerrero y terminó en custodia de su agresor? ¿O cuándo va a llegar la justicia para las mujeres vejadas por la Policía Federal Preventiva en San Salvador Atenco, a las que Denisse Maerker tilda de mentirosas y se disculpa de antemano por semejante brutalidad verbal?
No, la lucha en contra de la violencia de género no está superada, por mucho, cuando todavía en la Cámara de Diputados se invita a los opositores a “actuar como hombrecitos”, cuando no quieren asomar la cara. No cuando el nuevo flamante procurador de justicia es tan misógino que asegura que en Ciudad Juárez “las matan porque se visten como prostitutas”.
Justo en estos días, se instala un campamento de mujeres, integrantes del SME, para realizar una huelga de hambre en contra del decreto de extinción.
Tantos movimientos sociales han sido marcados por la participación de las mujeres, tantos movimientos femeninos que traen en el fondo la lucha por la dignidad humana y como consecuencia, el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Y sin embargo, seguimos sufriendo retrocesos en la impartición de justicia y la democracia, no sólo para las mujeres, aunque sí de manera más alarmante. El Estado laico parece ya un sueño guajiro y no un mandato de la Constitución.
Los representantes populares en las altas esferas del poder se siguen congratulando de su bien sabida misoginia, mientras que con cada mujer violentada, una familia es desmembrada. Hipócritas, los que dicen respetar la vida y se cruzan de brazos ante la violencia. Y aunque no exista la palabra feminicidio en el diccionario, es una realidad innegable y ofensiva.
“Traigo aquí a Ernestina Ascencio, la anciana violada por militares, a Felícitas Martínez y Teresa Bautista, comunicadoras triquis asesinadas. A todas las que han sido secuestradas, torturadas y asesinadas por militares, policías, taxistas, parientes y parejas. A las 12 mil mujeres que, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, han sido víctimas de feminicidio en una década en nuestro país, para recordarlas, luchar y exigir justicia” Marcela Legarde (cimanoticias, 14 de agosto de 2009 por Nancy Betán Santana).